Recientemente hemos conversado sobre las metodologías ágiles que están haciendo que las empresas optimicen su gestión. Aun así, hoy nos dedicaremos a hablar de cómo éstas pueden ser adoptadas por cualquier proyecto para comenzar su transformación.
Sería ingenuo creer que los planes corporativos son inmutables; la verdad es que a medida que pasa el tiempo, las circunstancias sensibilizan los planes y eventualmente requieren actualizaciones. Es un hecho conocido, sin embargo, en los últimos 5 años, esta volatilidad ha ganado más fuerza.
Como resultado, tenemos que cualquier tipo de plan está propenso a sufrir cambios drásticos en períodos de tiempo muy cortos. El cliente cambia, los proveedores cambia, el mercado global cambia; ¿Tú pretendes jugar con las mismas reglas ya obsoletas?
¡No deberías! Es necesario que puedas surfear la ola de cambios y adaptar tu trabajo a los nuevos escenarios. Para ello, nada ha resultado más efectivo que una filosofía Agile dentro de la organización.
A través de su metodología, planificas en tempos prudenciales y dedicas la mayor atención a una ejecución impecable de tiempo récord. ¿Quieres saber cómo funciona?
¡Lee hasta el final!
Qué Metodologías Ágiles existen
Es curioso como las metodologías ágiles funcionan con principios básicos y son tan efectivas. Nunca subestimes el impacto de la simplicidad, eliminas todo el excedente y te concentras en lo importante. Es de esperarse que al ser así haya un aumento significativo en la productividad de los equipos de trabajo.
Ahora bien, según la naturaleza de las labores a realizar, y del proyecto en sí, pueden adoptarse cualquiera de las siguientes metodologías:
- Scrum
- Kanban
- Crystal
- Agile Inception
- Extreme Programming
Puedes ver más de ellas en nuestro post anterior. Acá nos concentraremos en los beneficios que pueden aportar a tus equipos de trabajo.
Desde la más sencilla, como lo es la metodología Crystal, hasta la más compleja y dinámica como Scrum; las metodologías ágiles se componen de acciones sistematizadas que favorecen la relación interna de los equipos de trabajo.
Las tareas son delegadas y l responsabilidad es asumida por todo el equipo on el fin de lograr un único objetivo: la satisfacción del cliente. Indiferentemente de si se trata de un cliente interno o externo.
A medida que se otorga responsabilidad y sencillez a los procesos internos, se suprime la burocracia y se fomenta una cultura apasionada por la calidad; los resultados son asombrosos.
Con un pensamiento centrado en el cliente, toda la operativa de la empresa adopta una nueva jerarquía de prioridades. Se deja de lado todo lo que no aporta y se procede a una ejecución rápida para evitar que el escenario cambie mientras se trabaja.
Lo que se persigue es aprovechar los breves espacios de estabilidad y adelantar la mayor parte del trabajo. Y cuando la situación se altera, se toman medidas para retomar el curso.
Cómo aplicar las metodologías ágiles
Considerando que ya le diste un vistazo a nuestro post anterior y ya has definido qué metodología puede ser más útil para ti, faltará saber cómo implementarla. Para ello, es necesario establecer algunos detalles importantes.
- Primero, ten en cuenta que ningún método funciona si el equipo no lo adopta como parte elemental del trabajo. Así que en las primeras etapas, es necesario capacitar al equipo en función de lo que se espera de él. Los aspectos técnicos y operativos de la metodología, el uso de herramientas afines, la cadena de mando; u otros, son algunos detalles importantes para la adopción.
- En segundo lugar, debes fomentar una cultura ágil. Es decir, todo se basa en la manejabilidad de los cambios y el enfoque en la satisfacción del cliente. Las mejoras no llegarán si el equipo no tiene esa cultura. Es necesario un trabajo interno, capaz de armonizar y alinear los intereses del personal para que las metodologías ágiles funcionen.
- Asigna los roles y delega responsabilidades. Con el apoyo de herramientas tecnológicas, puedes realizar un monitoreo de las actividades en proceso y el desarrollo del proyecto. Asegúrate de que no haya un cuello de botella y cada involucrado esté cubriendo su parte asignada.
- No temas fallar y asume nuevos riesgos. La ilusión de tener el control absoluto sobre los hechos puede frenar a tu equipo de trabajo. Lo mejor es asumir una postura más fluida, donde con diligencia se hace frente a los acontecimientos; se establece un plan, pero si falla, se toman medidas como parte natural del proceso.
A partir de allí, solo resta la parte operativa que varía dependiendo de cada método a aplicar. Ciertamente evidenciarás que al aplicar estos puntos y usar un método estructurado para el trabajo, la productividad aumenta.
Habrá resultados que apreciarás en un primer vistazo, pero la mayor parte de los beneficios los podrás medir en períodos de 1 año o más. Es decir, si te satisface ver cómo la productividad aumenta entre un mes y otro, no creerás cómo estarán los números cuando contrastes un año con el anterior.
Por qué debo aplicar metodologías ágiles en mi proyecto
Bien, veamos esto desde qué punto no debes recurrir a las metodologías ágiles. No lo hagas si:
- No te interesa mejorar la productividad de tu equipo de trabajo.
- Estás conforme con resultados promedio.
- No te importa que tus mejores clientes abandonen tu producto/servicio.
- Te da igual que aumente la tasa de abandonos por parte de tu equipo.
- Te agrada perder tiempo y dinero en procesos burocráticos.
- Prefieres ser abrumado por cambios drásticos en el mercado.
- No tienes planes de crecimiento.
- Tu proyecto no te motiva a mejorar.
Si estás a cargo de un equipo de trabajo y cumples con alguna de estas afirmaciones, definitivamente, no tienes por qué incursionar en las metodologías ágiles. Cualquier caso contrario a ello, es un motivo para darse la oportunidad de explorar estas modalidades.
Es un hecho que las ventajas de este concepto del trabajo en equipo genera un nivel de fluidez en el trabajo con el que mucho solo pueden soñar.
¿Tú a qué bando perteneces?