La Inteligencia Artificial ya no es el “futuro”: es el presente más urgente. Pero mientras el 78% de las organizaciones asegura usar IA en al menos una función de negocio, la verdadera pregunta que debería incomodar a cualquier líder es: ¿estamos realmente transformando nuestras empresas o solo estamos jugando a la innovación?
El liderazgo que no se atreve (todavía) a soltar el control
Según el último informe de McKinsey, la mayoría de las grandes empresas que sí ven impacto en resultados coinciden en un factor: el CEO está directamente involucrado en la supervisión de la IA. Un 28% de las organizaciones con IA declaran que su CEO es el responsable de la gobernanza. ¿El resto? Delega la transformación al área de TI o Digital, esperando milagros desde el subsuelo tecnológico mientras la cultura de la organización sigue anclada al pasado.
¿Quién está liderando el cambio en tu empresa: los tecnólogos o el comité ejecutivo? Y, más allá del discurso, ¿cuántos realmente están rediseñando procesos y no solo aplicando IA como un parche de eficiencia?
¿Transformación o teatro de la innovación?
La gran paradoja: solo el 21% de las empresas que utilizan IA generativa han rediseñado de manera sustancial algunos flujos de trabajo. Menos de un tercio aplica la mayoría de las 12 mejores prácticas para escalar IA, como KPIs específicos, equipos dedicados, comunicación activa del valor creado o incentivos claros para empleados. Y apenas el 1% de los ejecutivos considera que sus implementaciones de IA están en fase “madura”.
La conclusión parece inevitable: la mayoría está improvisando, y pocos están realmente listos para escalar.
Riesgos y vigilancia: ¿de verdad sabemos lo que hace la IA?
Aquí viene otra verdad incómoda: el 27% de las empresas revisa todo el contenido generado por IA antes de usarlo, pero una proporción muy similar solo revisa menos del 20% del output. Las organizaciones dicen preocuparse cada vez más por inexactitudes, ciberseguridad y privacidad, pero los incidentes y “hallazgos inesperados” siguen en aumento.
¿Estamos entrenando a los empleados o solo los dejamos a la deriva con tecnologías que aún nadie entiende del todo? El informe deja claro que los líderes siguen “hablando de ética”, pero la contratación real de especialistas en cumplimiento y ética aún es minoritaria.
El impacto en el talento: recualificación y el fantasma de la automatización
Aunque la narrativa apocalíptica sobre la IA eliminando empleos no se sostiene completamente (el 38% de los encuestados no prevé grandes cambios en el tamaño de la plantilla), sí se están recualificando empleados y reestructurando funciones, sobre todo en operaciones de servicio, cadena de suministro y soporte. Eso sí: los científicos de datos siguen siendo una especie en peligro de extinción (laboralmente hablando), porque la demanda de talento supera a la oferta.
El hype es masivo, pero el valor medible es escaso. Solo una minoría reporta aumentos claros de ingresos o reducción de costos atribuibles a la IA generativa. Más del 80% de las organizaciones no ha experimentado un impacto tangible en su EBIT. El gran titular debería ser: la mayoría aún no sabe cómo traducir la promesa de la IA en valor de negocio sostenible.
¿Espejismo colectivo o revolución pendiente?
El informe de McKinsey es un llamado a la autocrítica corporativa: pensar en grande rinde frutos, pero pocos se atreven a dar el salto transformacional. Las empresas que lideran ya están cambiando su modelo de negocio y derribando silos, con el CEO y los líderes senior en la primera línea del cambio. El resto… sigue atrapado en la eterna “fase piloto”.
¿Tu empresa está lista para dejar de improvisar y hacer de la IA algo realmente transformador, o se conformará con el maquillaje digital? La respuesta, incómoda pero necesaria, marcará la diferencia entre los que lideran y los que solo miran la revolución pasar.