La primera reacción cuando enfrentamos una crisis que afecta a los ingresos es mirar las líneas de abajo y comenzar a recortar. Y ocurre cuando ante una crisis como la actual, transversal a todos los sectores y países, esta estrategia parece no necesitar mayor justificación. Claramente es momento de refugiarse y asumir menos riesgos, probablemente suspender algunas inversiones y enfocarse en los costos operativos.

Pero ¿qué costos despriorizar?, ¿qué inversiones posponer?

Los nuevos keywords son “la nueva normalidad”, “el nuevo protocolo”, “el mundo poscovid”, y eso significa una cosa: estamos seguros de que en poco tiempo el mundo está cambiando y no estamos preparados. Según la investigación sobre teletrabajo que hicimos en ISIL en abril de este año, el 73 % de las empresas no contaba con una estrategia de trabajo remoto antes de la crisis y, sin embargo, el 89 % lo está haciendo; una muestra de que hemos tenido que adaptarnos sin un plan medianamente estructurado.

Bajo estas dos necesidades que impone la crisis, buscar eficiencias y cambiar, me pregunto nuevamente qué recortar y en qué invertir. Creo que hay tres rubros inevitables: los costos operativos, que permitan que la rueda siga andando; el marketing, porque es momento de comunicarle al cliente cómo estamos enfrentando este momento y en qué estamos cambiando; y finalmente, pero más importante, las personas.

Se va haciendo evidente que las empresas que puedan retener talento (o atraer nuevo) serán capaces de enfrentar mejor la reactivación. Las organizaciones que están poniendo el foco en las personas (el cuidado de su salud, su bienestar financiero y sus aspiraciones profesionales) son aquellas que enfrentarán mejor la recesión que viene. En suma, empresas con propósito de cambio real alineado a este nuevo contexto atraerán y retendrán al mejor talento.

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Volviendo a la investigación de ISIL, hemos encontrado dificultades en este nuevo contexto para liderar equipos remotos, nos hemos topado con mucha resistencia al cambio y algunos encuestados ven en riesgo la cultura y el clima de la organización. Es decir, hay tuercas por ajustar.

En habilidades blandas, la resiliencia, el liderazgo empoderado y las habilidades de comunicación tomarán protagonismo; pero también la adopción tecnológica, el pensamiento estratégico y las herramientas de innovación con las que reformular nuestros modelos de negocio, que para ISIL son una convicción “precovid”, porque el cambio no es solo un virus. Se vienen tiempos complejos que requerirán al mejor talento y la capacitación correcta. Recortemos otra partida.