Algunos lo niegan, pero lo cierto es que muchos empresarios encontraron su primer impulso no en una sala de reuniones, sino frente a una pantalla. Una película puede hacer más que entretener: puede sembrar ideas, cambiar visiones, provocar decisiones. En un estudio de Forbes realizado en 2022, el 37% de los emprendedores encuestados confesó haberse inspirado en una película para lanzar su primer negocio. ¿Casualidad? Difícil.
Y es que el cine tiene esa capacidad de resumir en dos horas lo que la vida tarda décadas en enseñarnos: perseverancia, fracaso, éxito, liderazgo, traición, reinvención. A continuación, una selección no tradicional —pero potentemente motivadora— de películas que todo fundador de startup debería ver al menos una vez.
The Social Network (2010): Cómo una idea en el dormitorio puede sacudir el mundo
Mark Zuckerberg. Harvard. Un error, un algoritmo, una red social. Lo que comenzó como una plataforma universitaria se convirtió en una de las empresas más influyentes del siglo XXI. The Social Network no solo retrata el nacimiento de Facebook, sino que también muestra la complejidad del crecimiento exponencial, las rupturas personales que puede provocar el éxito y los dilemas éticos en el proceso de escalar una idea.
Una película que plantea una pregunta esencial para cualquier emprendedor: ¿cuál es el costo real del éxito?
Moneyball (2011): Tomar decisiones basadas en datos, no en intuición
Billy Beane, gerente general de los Oakland Athletics, decide desafiar el status quo del béisbol. Con presupuesto limitado, opta por fichar jugadores no por su fama, sino por estadísticas frías y duras. Resultado: un equipo infravalorado que rompe récords.
Esto es especialmente relevante en el mundo de las startups, donde los recursos iniciales escasean y cada decisión debe maximizar impacto. Moneyball demuestra que pensar diferente no solo es válido: a veces es la única opción para sobrevivir y ganar.
Chef (2014): Reinventarse sin perder la pasión
Chef no es un típico drama corporativo. Es una película sobre un cocinero que, tras un colapso profesional, redescubre su amor por la cocina y lanza un food truck. Aunque no lo parezca a simple vista, esta historia es profundamente emprendedora. Habla de autenticidad, de salir del sistema, de conectar directamente con tu audiencia.
El mensaje es claro: si pierdes el rumbo, no te obsesiones con el modelo de negocio. Regresa a lo que amas, y desde ahí, reconstruye.
The Founder (2016): Crecimiento sin alma o visión ambiciosa
La historia de Ray Kroc y la expansión global de McDonald’s no es precisamente edificante, pero sí instructiva. The Founder nos muestra lo que ocurre cuando la visión de negocio supera, por mucho, la moralidad del proceso. Ray no inventó McDonald’s, pero lo transformó en un imperio. ¿A qué precio?
Todo emprendedor debe ver esta película con mirada crítica. Enseña que escalar rápido puede dejar cadáveres creativos por el camino, y que tener una gran idea no garantiza conservar el control sobre ella.
Startup.com (2001): Documental sobre la fiebre de las puntocom
Antes de Silicon Valley, hubo una burbuja. Startup.com sigue a dos amigos que fundan GovWorks, una startup con una gran promesa: facilitar pagos gubernamentales online. Pero pronto los egos, los errores estratégicos y la falta de experiencia les pasan factura.
Más allá del drama humano, esta película revela los desafíos reales de una startup en su fase inicial. Desde conseguir financiación hasta manejar relaciones internas, Startup.com muestra una versión más cruda y realista del mundo emprendedor.
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Joy (2015): Persistencia feroz y liderazgo en contextos adversos
Basada en la historia real de Joy Mangano, inventora del Miracle Mop, Joy es una lección magistral de cómo una sola persona puede desafiar la inercia del sistema. Rodeada de familiares tóxicos, estafas, rechazos y quiebras inminentes, Joy no se rinde. Y triunfa.
Es una película especialmente útil para emprendedoras, pero su mensaje es universal: creer en ti mismo cuando nadie más lo hace es la base del emprendimiento verdadero.
Steve Jobs (2015): El arte de crear futuro
Diferente a otras biopics, esta película escrita por Aaron Sorkin no sigue una línea cronológica convencional. En su lugar, se enfoca en tres momentos clave antes del lanzamiento de productos Apple. Esto permite ver cómo el carácter obsesivo y perfeccionista de Jobs influye tanto en sus fracasos como en sus éxitos.
Jobs no es un ejemplo de empatía, pero sí de visión, exigencia y habilidad para moldear el mercado a su imagen. El filme plantea una pregunta relevante: ¿debes ser querido para ser un buen líder, o basta con ser brillante?
Y si hablamos de liderar con inteligencia, proteger tu información online también es parte de la ecuación. Muchas startups manejan datos sensibles desde etapas muy tempranas. Por eso, herramientas como VeePN VPN no solo sirven para evitar restricciones de contenido, sino también para bloquear comunicaciones y operaciones. Esto siempre es útil, incluso cuando se trabaja desde casa, incluso cuando se conecta desde el extranjero.
The Pursuit of Happyness (2006): Cuando el fracaso no es el final
Chris Gardner lo pierde todo. Absolutamente todo. Vive en la calle con su hijo, pero sigue buscando empleo, sigue vendiendo productos, sigue soñando. Esta película es quizás la más emocional de la lista, pero no por eso menos relevante.
En un entorno de incertidumbre constante como el de una startup, la capacidad de resistir ante la adversidad es más valiosa que cualquier pitch. The Pursuit of Happyness enseña que caer es parte del proceso, pero levantarse es opcional. Y decisivo.
¿Qué película te va a cambiar?
No todas estas películas ofrecen finales felices. Algunas dejan un sabor amargo, otras inspiran directamente. Pero todas comparten una cosa: muestran lo que ocurre cuando una persona decide hacer algo que no existía, a pesar de todo. Si eres emprendedor o estás por convertirte en uno, no subestimes el poder del cine para sacudir tus certezas, para prender la chispa.
Porque a veces, la diferencia entre una idea que muere en una libreta y una que cambia el mundo es… dos horas frente a la pantalla correcta.