Cada año, la comunidad publicitaria espera Cannes Lions como si fuera la final del mundial. Se habla de creatividad, se aplauden campañas, se rompen copas de rosé y, de paso, se lanzan unas cuantas reflexiones sobre el “futuro de la industria”. Pero después del glitter y los premios, ¿qué nos queda?
Más allá del espectáculo, Cannes nos enfrenta con una pregunta incómoda: ¿estamos resolviendo problemas reales o solo buscando likes y trofeos dorados?
Porque sí, hay piezas que cambian vidas, denuncian injusticias y nos recuerdan que la creatividad puede (y debe) tener propósito. Pero también hay campañas que parecen diseñadas para jurados, no para consumidores. Y ahí es donde la comunidad publicitaria tiene que hacer una pausa.
El sueño de todo creativo… ¿o el loop infinito del déjà vu?
Para muchos, Cannes es sinónimo de aspiración. Ganar un León es como subir al Olimpo creativo: reconocimiento, reputación y, por qué no, una mejora salarial. Las ideas ganadoras nos recuerdan que la creatividad aún puede emocionar, incomodar y movilizar a millones de personas.
Pero también es cierto que algunas campañas parecen diseñadas más para jurados que para consumidores. Casos que, si no llevan logo de marca en el último frame, podrían ser parte de una muestra de arte conceptual.
Y ahí aparece la brecha: ¿estamos premiando la creatividad con impacto o el ingenio que encaja perfectamente en una case study?
Cannes como espejo (y como lupa)
No se puede negar que Cannes nos inspira. Nos hace volver a la oficina con la cabeza llena de ideas, referencias nuevas y la motivación por las nubes. Pero también es una lupa incómoda: agranda tanto lo bueno como lo cuestionable.
Nos obliga a ver qué tipo de industria estamos construyendo. Una que resuelve problemas reales de personas reales, o una que habla más consigo misma que con su audiencia.
Porque, seamos honestos, hay un universo de campañas “para la causa” que nunca llegaron a implementarse más allá del video enviado al jurado. Y eso también es parte de la conversación que debemos tener.
¿Qué deberíamos llevarnos de Cannes (además de merch y selfies con leones)?
Lo mejor de Cannes no son los premios. Es la posibilidad de poner pausa al piloto automático y preguntarnos si lo que hacemos, más allá de ser “creativo”, realmente construye algo.
- ¿Estamos ayudando a las marcas a tener un rol relevante y coherente en la vida de las personas?
- ¿Estamos escuchando más a la data que al instinto… o viceversa?
- ¿Estamos creando para el cliente, para la comunidad o para el jurado?
Si salimos del festival con más preguntas que respuestas, con más ganas de crear que de impresionar, y con la humildad de reconocer que no todo lo que brilla en Cannes debería guiar nuestras estrategias… entonces, sí: Cannes sigue siendo un faro valioso.
Epílogo sin glitter
Cannes Lions es necesario. No porque defina qué es lo mejor de la industria, sino porque abre el espacio para discutir qué debería ser lo mejor.
La creatividad puede —y debe— ir más allá de los KPIs. Puede tocar temas incómodos, activar conversaciones, generar transformación social… o simplemente hacernos sonreír con una buena idea bien ejecutada.
Y si eso nos recuerda por qué elegimos trabajar en esta industria, entonces bienvenidos sean los leones, las dudas y hasta los afters eternos.