No es un secreto que el marketing de influencers es una de las áreas de la mercadotecnia que más resultados ha estado generando en los últimos tres años. A raíz de esto, también se han creado diversas campañas que, utilizando esta tendencia, les ha servido como escalada a empresas que no están a la altura de lo que ofrecen.
De esta manera, aparece cierto daño colateral en el comercio. Los creadores de contenido recomiendan productos y servicios de sus partners, pero no siempre se trata de recomendaciones que valga la pena seguir.
Un cambio por parte de los influencers.
Debido a esto, ahora muchos de los nuevos creadores de contenido han elegido cambiar las reglas del juego. Ya no se esfuerzan por ganar la atención de ciertos partners, sino que se dedican a explicar sus razones por las cuales no se debe adquirir cierto producto o servicio.
Evidentemente, esto genera polémica en el mercado, y determinada fricción entre la sociedad consumista y quienes desean entregar una versión más real sobre los productos y servicios. Aun así, esta perspectiva está causando que creadores de contenido con audiencias medianas y pequeñas se interesen en esta tendencia.
El De-Influencing o la Desinfluencia, es la medida que se está tomando dentro de los medios digitales para establecer criterios más objetivos sobre el beneficio real de adquirir un determinado producto o servicio.
Lo curioso, es que, al tratarse de creadores de contenido de poco alcance, corren menos riesgo de conflicto. De esta manera, hablaríamos de una nueva masa de Desinfluencers, que permitirían a los consumidores contar con ambas caras de una misma propuesta comercial.
Sí, seguiremos observando el poderoso Influencer Marketing, pero ahora se le suma el desafío de superar las opiniones abiertas nacidas en el De-Influencing. Un nuevo giro para el mercado.